La neuro oratoria se basa en la premisa de que nuestra mente y nuestro cuerpo están interconectados, en la forma en que nos comunicamos y cómo los demás nos perciben. Al comprender los procesos cerebrales involucrados en la comunicación, podemos adaptar nuestras técnicas de oratoria para lograr un impacto más poderoso. Una parte clave de la neuro oratoria es el reconocimiento de que el cerebro humano está cableado para responder a ciertos estímulos y patrones. Por ejemplo, las historias emocionalmente cargadas tienen un impacto más profundo en la audiencia, ya que desencadenan respuestas emocionales y liberan neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina. La repetición estratégica de ideas clave refuerza la retención en la memoria a largo plazo. La conexión entre la neuro oratoria y la comunicación consciente radica en la habilidad de adaptar nuestras presentaciones a la audiencia específica. Al sintonizar nuestras palabras y gestos con las preferencias y reacciones cerebrales,
Cómo ser un buen DIRECTOR DE ACTORES
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¿Por qué un proyecto el el que confluyeron director y actores con un nivel muy alto de ilusión y de entrega obtiene un resultado mediocre a nivel interpretativo? ¿Es culpa del director o de los actores? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de cada parte? Un mal director asegurará que si el resultado interpretativo es malo son los actores los que no han realizado un buen trabajo, sin pararse a pensar qué ha aportado él y de qué maneras ha intentado que el nivel fuese otro. Este no es un artículo en contra de los directores y a favor de los actores, yo soy ambas cosas así que intentaré responsabilizar a cada cual con su parte. Por poner algún ejemplo de cada:
Recuerdo un director que durante un rodaje, sin haber hecho un trabajo de mesa ni nada, como actriz me decía "tú, ríete" y yo preguntaba "por qué me río?" y me respondía "eso no importa, tú ríete" Y yo me reía. "Corten! No es así" espetaba el director "ríete más, y con la mirada ida, como si no oyeses nada de lo que pasa a tu alrededor" y yo lo hacía una y otra vez sin llegar nunca a satisfacer al director, que lo dejó por imposible. Yo frustrada, él también. Cuando vi el resultado en pantalla y entendí porqué quería que mi personaje riese me enfadé muchísimo porque el resultado fue nefasto y al entenderlo se me ocurrían cien formas infinitamente mejores de hacerlo, más creativas que simplemente "ríete con la mirada ida". Hubiese sido mejor que el director se parase un momento a comentarme porqué mi personaje hacía lo que hacía. Habríamos perdido menos tiempo y conseguido un mejor resultado.
Como directora me encontrado con actores que se empeñan en anular mi trabajo y mi idea y convertirse en un neón resplandeciente y llamativo en medio del escenario, es decir, actores a los que ni la historia, ni el nivel interpretativo ni la calidad del trabajo les importan nada, excepto ellos mismos y ser el foco de atención.
Qué duda cabe en que en ambos casos estamos ante malos profesionales. Pero empecemos por los directores, ¿qué es lo que falla? Pues para empezar que no son actores; no se ponen en la piel del actor, y muchas veces tampoco en la de los personajes. Van en busca del resultado final no se dan un tiempo para asegurarse de haber transmitido bien lo que desean conseguir. Creen en ocasiones, que con describir el resultado que pretenden, sin ahondar en los porqués, en los motivos y los causantes, conseguirán antes y mejor lo que ansían, sin arriesgar su preciosa idea creativa. El problema es que no dan pilares a los actores para desarrollar y conseguir tal resultado. Así lo que obtienen es una interpretación falsa, perdida y sin fondo. Entiendo que los actores podemos tener un gran ego, un fuerte afán de protagonismo y una enorme necesidad de crear y dejar muestra huella en la historia, en todas las historias. Podemos llegar a ser exasperantes y si no te andas con ojo y eres firme transformaremos tanto tu idea que no quedará nada de ella cuando terminemos. Entiendo que, como creador, un director (voy a ponerme en el supuesto de que también sea el guionista) tienda a proteger su amada idea y que prefiera decir sólo lo que quiere y no abrir la puerta a que nadie pueda decir ni cambiar nada. Pero me temo que o los actores y directores trabajan unidos o no se conseguirá un resultado de calidad. Es preferible dedicar una parte importante de tiempo a "trabajo de mesa", es decir: poner todo en común, que el director se exprese con entrega, pasión y generosidad, y que los actores puedan preguntar todo lo que necesiten para poder realizar su trabajo, que es crear el personaje y conseguir el resultado que se le está pidiendo. No digo que le director tenga que cambiar lo que quiere crear pero, teniendo muy claro a dónde pretende ir, el actor puede sorprenderle aportando matices en el camino hacia esa meta que él jamás hubiese imaginado. Los papeles del director y de los actores encajan (en teoría, claro) de forma perfecta para desarrollar una creación artística de la forma más completa: el director tiene una idea y después la desarrolla para llegar al final deseado, el actor se apoya en ese desarrollo y crea todo el trayecto anterior no escrito de los personajes para dar sentido, fuerza y vida a la historia. Con lo cual entre los dos tenemos el pasado, el presente y el futuro de nuestra creación, como en la vida. Pretendiendo plasmar solo la idea, sin desarrollo aceptable, solo tendremos el futuro, o sea, nada; se desmoronará por falta de pasado. El director ha de saber sacar lo mejor de cada actor, ha de ser un gran conocedor del ser humano. Y por supuesto, me parece más que aconsejable que "hable el mismo idioma" que el actor, es decir, que se forme como se forman los actores para saber con qué ejercicios puede ayudarlos a desbloquearse, desarrollar o dar lo máximo. En medicina todos estudian lo mismo y luego se especializan, Pues yo veo lógico que los artistas hagamos lo mismo: todos estudiamos arte dramático y luego nos especializamos, así el escritor tendrá más capacidad para definir personajes en sus obras, el director sabrá qué hilos mover para que los actores creen en vez de destruir, los cantantes sentirán las palabras y no sólo la capacidad vocal, etc. Hace tiempo que existe la figura del asistente de actores (o coach) dentro de los rodajes. Es una persona que ayuda a los actores a desarrollar su trabajo como punto de intermediación entre los directores y los actores. No es una mala idea ya que, todo hay que decirlo, los directores son la punta del iceberg en un proyecto y tienen que estar a tantas cosas que pararse a dialogar constantemente con los actores se hace imposible, pero ésto no justifica que antes de empezar a rodar no se haya hecho el trabajo de mesa ya mencionado. De todas formas todo funciona mucho mejor si no olvidamos dos factores fundamentales:
Respeto
Profesionalidad
Saber exactamente cuál es nuestro trabajo y respetar el del otro ayuda a saber qué preguntas hacer y cuando hacerlas, a saber cuándo tu trabajo está siendo ninguneado, cuando la otra persona no hace el suyo correctamente y donde están los límites entre nutrir la creación y trastocarla.
En resumen:
Directores mejor si se ponen en la piel de los actores y dedican tiempo a hablar sobre la historia y los personajes (cuantos más choques se solucionen en el trabajo de mesa más rápido irá el rodaje)
Actores mejor si nos sentimos honrados de ser un instrumento muy valioso para que alguien cree arte. Si no nos gusta un proyecto no lo hacemos. Si tenemos muchas ideas desarrollemos la nuestra propia, no cambiemos la de otro.
Os dejo el trailer de uno de mis montajes teatrales: "El cerco de Leningrado" de S. Sinisterra, con la compñía de teatro La Galerna.